En México tenemos eso: Nos quejamos del formato, pero lo disfrutamos. Alegamos que la luz en rojo prohiba avanzar. Y corremos. Desafiamos lo establecido. Si califican los 12 primeros, querríamos que el Campeón fuera el equipo que más puntos hizo. Si premiáramos eso, querríamos que se arrebataran los méritos en un Repechaje.
Pero el Clásico Nacional y el Clásico Regio, en Semifinales de la Liga MX, es otra forma que ha adoptado la Liguilla para colgar los cuadros en la casa y no irse nunca.
Pasa que si se desapareciera, no encontraríamos ese billete en el pantalón, que no sabíamos que estaba ahí.
Porque el futbol mexicano, en sus instancias definitivas, sorprende.
El América, que juega como si estuviera en una relación cambiante, un día te habla al oído y te hace tres goles, con la posesión de la pelota, y al otro, te la estrella en la cara y se va indignada.
Las Águilas avanzaron, contra el San Luis, como consecuencia de la rutina de estar juntos, pero no por la motivación de querer seguir en pareja. Fernando Ortiz lo sabe. Voltea a ver, de reojo, las cajas, por si tiene que llenarlas de reclamos, porque enfrente estará quien te cobre la renta: el Guadalajara.
Las Chivas echaron al Atlas con un resultado tan ajustado como un traje que desempolvas y te pones para un bautizo. Avanzaron con empate global 1-1 y confirmaron que aquellas reglas de Liguilla también tienen ocultos ciertos premios al mérito.
Después de todo, avanzaron el primero, el segundo, el tercero y el séptimo.
No está tan mal para una Liga MX con rasgos de oportunismo disfrazado de competitividad.
En ese tobogán, por el que se deslizan los merecimientos, también apareció un Tigres sin rayas en el cuerpo, que jugará contra un Rayados sin rayas en el escudo.
Pero el escenario convoca a la expectativa.
Nadie es ajeno a dos Clásicos. Ni a compararlos. No se sabe cuál es mejor que el otro. Si el que tiene expectativa nacional, pero es más familiar, o el que inflama la pasión, pero es más regional.
En una batalla de pares, también se entrará en conflicto por una superioridad ajena.
Ninguno de los cuatro juega su mejor futbol. Pero eso, en tiempos de IPads, no es problema. La tecnología ha ayudado a descifrar un buen o mal partido, a través de los cuatro minutos de highlights de Youtube y el regio estará dispuesto a sentenciar, con cabrito en mano, que el futbol, incluso de su rival es mejor que el de Chivas y el jalisciense, estará, incluso, dispuesto a defender a un americanista, con tal de que su juicio favorable al Clásico de Clásicos, se imponga ante la carnita asada.
Solo pasa en México. Solo en Liguillas.
Todo se escapa ante la prisa. La constancia se cuela por las fisuras de la Fiesta Grande. La luz en amarillo sigue avisando que hay que tomar precauciones, que no pueden calificar tantos, que no deben, pero viene este par de Clásicos, en Semifinales, y es inevitable acelerar el recorrido y correr, con el semáforo en rojo.
Después de todo, siempre desafiamos lo establecido.
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