A partir de ahora, ya sabrás qué hiciste el miércoles 30 de noviembre de 2022: El día que la fe no supo chutar.

Porque los mexicanos nos reinventamos en esperanzas, a partir de ahora, ya sabemos dónde estuvimos hincados ante las plegarias. Y ante la realidad.

Queriendo avanzar al quinto partido, la Selección Mexicana no avanzó ni al cuarto.

Pero eso no te importará, porque siempre preferirás poner por delante la fidelidad, guardada en y a cajita de madera junto a tus más preciados recuerdos.

media

Foto de Alamy Stock Photo

Porque no necesitas ser historiador para saber dónde estabas en el 94, cuándo México cupo en el puño de Luis García.

Recuerdas con detalle que Cuauhtémoc y el ‘Matador’ hicieron que en 1998, importara menos el PIB con aquellos lances aéreos, y de espaldas, sobre hamacas imaginarias.

El 2002 supiste más de la vida por la disciplina de despertarse temprano para ver el giro de cabeza de Jared Borgetti, contra Italia, que si teníamos un Presidente con botas y bigote.

Todos fuimos el bigote de La Volpe.
Y sus corajes por jugar mejor que muchos y perder como todos.
O también hemos sido Javier Aguirre y su cara de bulldog antes de perder, contra Argentina.

México es Campeón del Mundo de que todo es posible, a partir de la estudiada estrategia del chiripazo.

Por eso, a veces, al destino se le escapa gambeteando algún jugador vestido de verde, o de azul, como Guillermo Ochoa, renegándole un gol a Neymar.

Pero solo alcanza para eso: Para tener espasmos de grandeza. Para creer que por 90 minutos somos lo que no somos realmente.
Para aspirar a dejar de serlo, aunque lo sigamos siendo.

No es que nos moleste ser mexicanos, pero en un Mundial quisiéramos ser brasileños.

Pero somos lo que somos: un chiste en la desgracia, un ánimo acompañado de un taquito y una cerveza diciendo un ‘jugamos como nunca y perdimos como siempre, chingá’. Otra vez.
Aunque esta ocasión, sí se haya ganado ante los árabes y no se haya clasificado de grupos, como antes. Como siempre.

Y no parece molestarlos.
Parece más una manera de acercarnos. De abrazarnos. De no sentirnos unos solitarios mediocres, perdidos en el cristal de un vaso, eliminados y borrachos de fracasos.

Al fin, todo nos vale madre. Mexicanos teníamos que ser, porque aún en las más malas, nos basta una falsa oración para seguir adelante encomendándonos a una veladora que ya no enciende, de Cuauhtémoc Blanco, escondida entre una inclinadita repisa, que habrá de sacarse en cuatro años, otra vez.

Ese es nuestro mejor jugador. Como cada cuatro años, lo que mejor sabe disparar a gol es la frágil esperanza.

Después de todo, nadie tiene prohibido ser ingenuo, porque nadie nunca se ha arrepentido de soñar.
Y eso, en México, hasta en el futbol, es un acto de valentía.

Aunque el futbol mejora la realidad y hace que te escapes de ella, nunca vas a querer que sea de nuevo ese miércoles de noviembre, donde se comprobó que hasta los Santos a los que les rezaste tienen mala puntería.

media

¡No te pierdas las mejores promos para Apuestas de Qatar 2022 solo en Betway México!